Pielhojarasca que huele a primavera,
labios umbríos susurran un poema.
Tu mirada capaz de estremecer al mismo infierno
y una ausencia que no cesa de pedirme perdón.
Vuelo constante entre mi risa y tu gesto,
cielo dormido en el rincón del adiós,
felicidad de poder recordarte
en cada letra que el viento trae en tu honor.
¡Qué voluptuosidad la de pasarse los días entre las nubes…
Soñando aquello que el tiempo se llevó,
Tus manos, refugio donde acurrucarme,
Tu mundo, misterioso burdel de tentación.
Desde siempre habitaste el alma de mis penas,
diestro ungüento en rescatar mi fascinación,
tanto me enseñaste que no ha de alcanzarme esta vida,
para agradecerte hasta el desamor.
El texto en negrita corresponde a una prosa de Oliverio Girondo
No hay comentarios:
Publicar un comentario