Desde
la casi marginalidad, con muchos tumbos y agachadas hasta la buena madera que hoy porta, todo fue burdo,
intenso, inesperado pero buscado a la vez por esa testarudez propia de la heroína
que todo lo puede, entonando desafinada “Eva
no quiere, ser para Adán, la paridora pagada con pan, Eva prefiere también parir,
pero después escoger donde ir…”
Tan
confusa como contrariada, se debatía entre la rebeldía y la revolución, la paz
y el rock and roll; vagabundeaba la rutina
flirteando con el límite más oscuro del alma humana, con los placeres y
los excesos más destructivos de la especie. Morando los lúgubres rincones de prójimos desprovistos de cuánto código
moral existiese en ese tiempo y espacio; acompañando con ese sentimiento
exageradamente comprensivo que la
atrapaba en la telaraña mugrienta y maloliente de la miseria y la ignorancia.
Calendarios
desgajados cargando desamor, resentimiento y amargura, sobrevivieron a las
tinieblas de la juventud, forjando la resiliencia que desde cada arruga le
devuelven la belleza de la que creía haber sido abandonada por la genética
durante la mayor parte de su vida.
No
sé muy bien si el propósito divino, el karma o que misterio universal
metamorfosea la vida de las personas, arrancando las cascaras y las máscaras
que las protegen del sufrimiento que ellas mismas se infringen, justificando quien sabe qué cosa, purificando sobrados
pecados que el entorno siempre adjudica como sana costumbre del recetario del
deber ser; terminaron después de incontables e increíbles depuraciones, empujándola a descubrirse perla, diamante, algunas
pocas veces se sorprendió siendo imitación, pero nunca más se volvió a sentir una
baratija.
Solo
quien se mantuvo preso de sus canalladas y descubrió el atajo en el que
encontró el sentido de su vida puede concebir un mundo como el que todos soñamos;
cuando algo sacude la conciencia hasta despertarla, nos transformamos en los primeros
actores en ejemplificar con nuestras improvisaciones cotidianas la luminosidad
de la que también estamos hechos.
Bendito sea el cambio nuestro de cada día, de cada instante, de cada aliento; ese que nos vivifica en la incierta aventura que nos propone el devenir.
“Eva no quiere, ser para Adán, la paridora pagada con pan, Eva prefiere también parir, pero después escoger donde ir…” Silvio Rodríguez
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