jueves, 14 de octubre de 2010

Porque me bulle el alma...


Soy capaz de encontrarle sentido al más vago complejo humano de deshojar margaritas. En ocasiones me disfrazo de Eva y emprendo el más audaz discurso solidario en medio de una vorágine capitalista que desafía mi corazón adolescente.

Porque me bulle el alma, es posible que al mismo tiempo represente a Alicia, mientras mis yemas tipean un mundo de maravillas. Me pesa el cuerpo y sin embargo tengo clase ejecutiva en las estrellas. Y habito una nube que tiene acceso restringido a la tristeza.

Osada vehemencia que no accede a entender que la rutina se hace presente cada día y con su punta afilada nos estalla  los sueños de una carcajada. Mientras los conejitos de Cortázar amenazan con pasarme la letra y el teléfono no deja de repicar, la radio anuncia alerta meteorológico y el candor y la sal de la vida…

Y a pesar de los pesares; siempre la poesía…


Publicado en el libro "Una mirada al sur 2011"


Dicen... 

Cuentan los duendes que habitan mi espacio y que te conocieron, que las mejillas se me tornaban exquisitas manzanas, cuando tus manos se aproximaban con la intención de poseerme.

Dicen también que Durante kilómetros de silencio planeábamos una caricia que nos aproximaba al paraíso; mientras las moiras nos desabrochaban el último ojal de la tentación, para arrojarnos a las llamas del fuego eterno.

Con qué celeridad festejaba el cielo nuestro vuelo de cada día; con cuánta frescura amanecía la sonrisa desvelada en nombre del utópico sentimiento; por qué antojo del destino, nuestras fibras se acoplaban en genuina lujuria…

Dicen también que el mínimo roce de nuestra piel era manjar exquisito para los Dioses, exhaustos de envidiarnos las sábanas;  y que hasta el mismo Lucifer era capaz  de enfilarse detrás del bien, por sólo contemplar una estela de saliva en nuestros cuerpos.

Sólo dicen, creo que ni me acuerdo…

El texto en negrita corresponde a una prosa de Oliverio Girondo

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